Desde el inicio de la pandemia, las empresas se han visto obligadas a enfrentarse a numerosos cambios de estrategia. Han sido apenas 3 años plagados de turbulencias, en lo que a personas se refiere. Teletrabajo y trabajo flexible han estado en el ojo del huracán.
Hasta el estallido del COVID-19 el teletrabajo avanzaba con cierta pereza. El confinamiento nos puso las pilas de un día para otro. Recluidos en casa, afrontamos el debate sobre si el teletrabajo puede incidir positivamente en el engagement y el perfomance.
Nos planteamos, casi partiendo desde cero, cómo compatibilizar políticas de trabajo a distancia en empresas con elevadas proporciones de presencialidad en ciertas áreas, al tiempo que descubrimos que en otras apenas es necesaria la presencia física en la oficina.
Caminando hacia teletrabajo y trabajo flexible
Esta revelación nos permite trabajar en dos líneas paralelas. Por un lado, la reducción de presencia en la oficina nos posibilita ahorrar reduciendo espacio e infraestructuras. Por otro lado, se abre camino una tendencia que aboga por ambientes confortables y atractivos. Con ello intentamos que los equipos se encuentren más cómodos y deseen volver a la presencialidad.
Nos vemos intentando desarrollar políticas de teletrabajo y trabajo flexible a marchas forzadas. Si nos lo hubieran contado apenas dos años antes, no habríamos dado crédito a esta revolucionaria cuestión, para la que no parece que vaya a haber marcha atrás.
La Reforma Laboral
Por si todo esto pudiera parecernos poco, en 2021 asistimos a la aprobación de la última Reforma Laboral. El impacto del legislativo afecta de modo decisivo a dos aspectos de la flexibilidad.
Las empresas se encuentran con dos paradigmas que no se habían planteado hasta la fecha: la duración de los contratos temporales y el endurecimiento de los criterios de causalidad de los mismos. También cabe mencionar la aplicación de la convergencia salarial al convenio colectivo de la actividad para las empresas de Outsourcing.
El bienestar de los trabajadores
Como queda demostrado, la brecha abierta hacia el teletrabajo y el trabajo flexible ha propiciado que las fórmulas de gestión de los recursos humanos también hayan sufrido numerosos cambios en una franja temporal muy estrecha.
El desafío para RR.HH.
En términos generales, la tendencia de los departamentos de RR.HH. de las empresas se enfoca hacia un mayor cuidado del empleado. Se imponen las mejoras del entorno y el espacio de trabajo se torna cálido, acogedor y agradable.
Además, se tiene muy en cuenta el bienestar del trabajador, no solo a nivel laboral también personal. La conciliación, la salud mental, la inclusión, la diversidad… son factores que se tienen en cuenta como señas de identidad de la marca de empleador.
Ya no se trata solo de teletrabajo y trabajo flexible. Hay que atraer y retener talento. Tras la pandemia llega la Great Resignation. 1 de cada 5 trabajadores, a nivel mundial, ha abandonado su puesto de trabajo de manera voluntaria. Un hecho sin precedentes que pone en jaque a las organizaciones a la hora de cubrir vacantes.
La estrategia
Ante este panorama, la estrategia de RR.HH. por colectivo precisa de una mayor inversión. Es decir, hablamos de poner el foco en magnificar el bienestar y el desarrollo de los colectivos clave. Esta situación debe contemplar la adopción de medidas lo más orientadas y personalizas que sea posible.
Para ilustrar la situación, valga el ejemplo de las dificultades que podemos encontrar a la hora de diseñar una política de teletrabajo y trabajo flexible que no cause perjuicio a las operaciones. Al mismo tiempo, esa política deberá satisfacer nuestra capacidad organizacional para atraer y retener talento.
La externalización de procesos se presenta como una herramienta capaz de liderar el mantenimiento de la flexibilidad, en un entorno en el que el nivel de incertidumbre es muy elevado. Además, es una manera de centrar todos los esfuerzos de atracción y retención de talento hacia los colectivos más estratégicos de la organización.
No solo hablamos de teletrabajo y trabajo flexible. La externalización de procesos de negocio se convierte en una herramienta cada día más potente para hacer frente a la rigidez del mercado laboral y la necesidad de dotarse de flexibilidad cara a futuras crisis.