Es justo que el trabajo duro, la habilidad y el compromiso sean recompensados
con elogios y gratitud. Entonces, ¿por qué nos resulta tan difícil a algunos
de nosotros aceptar elogios que merecemos?
Existen muchos consejos sobre cómo elogiar y retroalimentación positiva a un
gran trabajador, pero muy pocos consejos sobre cómo recibir estos mensajes que
elevan la moral.
Aceptar elogios puede contribuir a que muchos empleados hagan aflorar su
timidez e incomodidad. Esta situación suele producirse porque, generalmente,
aun cuando estemos orgullosos de nuestros logros, nos han educado para no dar
la sensación de que somos egoístas.
En lugar de aceptar los elogios con cortesía, a menudo rechazamos tímidamente
el cumplido, o incluso lo negamos por completo, cambiando la conversación lo
más rápido posible. Después de todo, a nadie le gustan los fanfarrones.
Responder con negación y desviación
Parece haber una regla no escrita de que en el momento en que aceptas los
elogios, dejas de merecerlos. Es mejor parecer demasiado modesto que demasiado
seguro de sí mismo... ¿verdad?
¿Por qué rechazamos la alabanza?
El reconocimiento de nuestros logros pueden avivar nuestras inseguridades y
preocupaciones. Pocos de nosotros deseamos parecer vanidosos e inmodestos. Nos
preocupamos de que nuestro elogio acabe provocando cierta envidia en los
demás. También podemos sentir que el logro ha sido exagerado: está bien, lo
hice bien, ¡pero no fue tan especial ni tan importante!
Cuando estamos en el trabajo, nos persigue el miedo a que la aceptación de los
elogios acaben generándonos más trabajo y mayores expectativas. Ahora que
nuestro jefe ha visto lo competente que somos, ¡va a aumentar la presión!
Aceptar elogios también puede acabar reforzando el síndrome del
impostor. Muchas personas se sienten un fraude y viven con el temor de que
algún día serán "descubiertos".
Equilibrando el orgullo y la vanidad
Pero, cualesquiera que sean nuestras razones, desviar los elogios también
puede percibirse como arrogante e incluso hacer que nuestra modestia parezca
poco más que una simulación.
Imaginemos que nuestros compañeros de trabajo acaba de completar un
ultratriatlón. Sus familiares, amigos y colegas los aplauden, pero ellos
simplemente lo ignoran como si fuera un paseo por el parque. ¿Esta actitud
parece socavar los esfuerzos y la tensión de los demás participantes, o
implica que el compañero de trabajo cree que posee la resistencia de un
superhéroe de cómic?
Equilibrar adecuadamente orgullo y vanidad es fundamental para aceptar elogios
con normalidad. No tengamos miedo a lo que vendrá tras los elogios:
frecuentemente, los elogios no son más que nuestra recompensa por nuestros
logros, y lo único que refrenda es el respeto que genera.
Por lo general, no es el halago en sí lo que nos hace sentir tímidos, sino
nuestro propio pensamiento excesivo. Si nos atrevemos a permitirnos disfrutar
de un cumplido, ¡puede que descubramos que, después de todo, no es tan
difícil!
Creando una cultura de alabanza
Un factor importante que contribuye a nuestras inhibiciones a la hora de
aceptar elogios es la cultura de la "crítica constructiva".
En cada reunión individual o evaluación anual, todos esperamos el temido
"pero" después de escuchar lo que hemos hecho bien. Estamos más
acostumbrados a escuchar lo que necesitamos mejorar, en lugar de elogios
incondicionales.
Lo cómodos que nos sentimos al recibir un reconocimiento también depende de
cómo se otorga: un anuncio frente a compañeros de trabajo de cuarenta y tantos
es suficiente para hacer temblar a cualquier introvertido.
Hemos experimentado las dificultades de celebrar los logros en muchos
trabajos. Tener un "Empleado del mes", por ejemplo, puede ayudar a
normalizar los elogios en el lugar de trabajo y generar motivación, pero
también hemos visto cómo puede generar envidia y competencia.
Un enfoque más relajado para los elogios es tener un canal de
"felicitaciones" en una plataforma de mensajería. Esto permite que
todos compartan su gratitud hacia otros miembros con un poco más de intimidad
y discreción.
Sin embargo, lo cierto es que estas fórmulas no permiten impactar como con los
elogios cara a cara. Entonces, ¿cómo podemos aceptar los elogios por nuestros
logros de la manera correcta?
Respondiendo con cordialidad
En vez de recusar los elogios, deberíamos comentar la amabilidad al
percibirlos o la satisfacción que nos producía nuestro logro.
Otra buena opción es "reenviar" elogios. Tal vez otras personas
desempeñaron un papel en nuestro éxito y merecen compartir la atención. Si
todavía no encontramos las palabras, un simple "gracias" es la mejor
manera de hacerlo.
Ser dueño de nuestras fortalezas
No hay absolutamente ninguna vergüenza en aceptar elogios. Los auténticos
mensajes de admiración sólo se expresan a quienes se los han ganado. Alguien
que diga: "Lo hiciste muy bien" o "No podríamos haberlo hecho
sin ti" tiene el poder de aumentar nuestra autoestima y hacernos sentir
un centímetro más alto. Las palabras no sólo transmiten un mensaje de gratitud
y reconocimiento, sino que el pensamiento detrás de ellas muestra que nuestros
esfuerzos son apreciados y no pasan desapercibidos.
Entonces, la próxima vez que obtengamos el reconocimiento que merecemos, no
escondamos nuestro orgullo al aceptar elogios: seamos conscientes de nuestras
fortalezas y tratemos de disfrutar el momento.